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Alucinante y alucinógeno

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Para nuestra educada y exquisita derecha cuartelera y cavernícola, es intolerable y está fatal insultar a un presidente extranjero pero no lo es ofender gravemente al propio. Como la viga y la paja. 

El tándem madrileño formado por Ayuso y Almeida (la doble A, no confundir con la Triple A argentina ni con Vainica Doble) se apresuró a descalificar y pedir el cese del ministro Óscar Puente por unas palabras dedicadas al presidente de Argentina, Javier Milei.

Lo más gracioso de esta historia, que la oposición aseguró con el grito al cielo que era un monumental conflicto diplomático, es que Óscar Puente no insultó al presidente argentino sino que se mofó de una de sus intervenciones en la televisión en las que parecía que hablaba desde una alucinante y alucinógena y sala de LSD. 

Puente afirmó que parecía que Milei hizo esas declaraciones televisivas después de ingerir no sé qué sustancia. Era lo más suave que se le podía decir al argentino que consulta sus medidas económicas con sus tres perros y habla con otro can muerto antes de presidir el Consejo de Ministros para que le aconseje en la directrices del país. 

A Milei se le podría llamar directamente loco, pirado o desequilibrado (de hecho en Argentina es conocido como el loco Milei) pero Puente no se atrevió a tanto. Es verdad que a un ministro se le debe pedir algo más de mesura que al común de los ciudadanos, e incluso algún gesto diplomático, sobre todo cuando se habla de políticos foráneos, pero tampoco estuvo desencaminado Puente, que en ningún caso insultó al presidente argentino. 

Llamar drogodependiente a una persona no es insultarla sino describirla, aunque no se sepa con seguridad si ingiere sustancias estupefacientes o alucinógenas. 

Los dos tontos en apuros de Madrid se adelantaron a pedir la dimisión del ministro de Transporte. Lo alucinante y alucinógeno en este caso es que eso lo pedía la presidenta de la Comunidad que llamó hijo de puta al presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados. Toma del frasco, Carrasco.

Evidentemente ni Ayuso ni Almeida tienen ninguna fuerza moral para criticar al ministro ya que ellos diariamente se dedican a insultar gravemente al presidente del Gobierno de España y aún no han dimitido. 

El último episodio rocambolesco, alucinante y alucinógeno fue protagonizado por un alto cargo de la Comunidad de Madrid del PP que llamó cabrón a Óscar Puente por una discusión sobre los trenes que pasan por Madrid, aprovechando la competencia del ministro y que el Pisuerga pasa por Valladolid y el propio político fue alcalde de esta ciudad. 

Después de ser cogido con el carrito de los helados, al gaitero madrileño no se le ocurrió otra cosa que decir que el corrector le había jugado una mala pasada. El muy cobarde, al mismo estilo de Ayuso, dijo que no quería decir cabrón sino melón y que a él también le gustaba la fruta, con lo que se demuestra que en el PP madrileño hay una escuela infantil de payasadas varias a ver quién dice la tontería mayor. 

Esta gente debe mirarse en el espejo cada vez que abre la boca porque da la impresión de que se están definiendo a sí mismos y no calificando a los adversarios. A estos listillos les gusta mucho la fruta aunque todos ellos tengan el cerebro de una acelga. 

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