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Confinados pero con internet

Al sol en el balcón de Olavide | ÁNGEL ALDA

Ángel Alda

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Miércoles, 25 de marzo 2020. Iba yo a comprar el pan y me encontraba con fulano o con mengana. Pero no lo contaba en ningún diario, ni público ni secreto. Hoy no voy a ninguna parte y mis no historias aparecen en el mejor medio digital de prensa de barrio de Madrid. Y así todo. Nos han echado de la realidad física pero nos han regalado una contrarrealidad virtual llena de series de televisión con psiquiatras que son detectives y detectives que son psiquiatras.

Hace muchos años, como veinte, que hubo una polémica sobre si el mundo del futuro, el de hoy para entendernos, iba a ser construido de bricks, es decir ladrillos, o de bits, es decir datos. Aquello quedó en tablas hasta que un bicho sin vida, puro código, llamado coronavirus ha venido a desempatar. Nos imaginábamos el futuro al modo Blade Runner, con humanos y criaturas robóticas compartiendo unas calles ruidosas llenas de chiringuitos y nos encontramos con unas calles desaparecidas y los robots compartiendo con nosotros los primitivos y aburridos hogares de ladrillo. Unos robots en forma de pequeños ladrillos llamados smartphones y otros de limpieza redondos y silenciosos pensados para casas con sus habitantes trabajando fuera de ellas. Hoy tenemos que pactar convivencias con máquinas que nos odian. Y a las que terminaremos odiando pues nos roban la vida plena. Unas, los teléfonos móviles, nos roban horas y capacidad de entender y otras, los rumbas, nos rompen las espinillas.

No se si saldremos adelante a pesar de la IA de Netflix o de HBO. Ellas se empeñan en recomendarnos productos degradantes mientras por el WhatsApp nuestros amigos nos recomiendan exquisitos programas culturales, visitas a museos o cursos de macramé. No se quién ganará. Si las grandes operadoras de inteligencia artificial o nuestros mejores amigos queriéndonos rescatar de la incuria o del analfabetismo.

Mientras las reuniones de vecinos de las ocho se van pareciendo más a las asambleas del franquismo. Siempre terminan en encierro. Cuidado con los guardias de la porra.

Mientras no tengamos calle por lo menos aprovechemos el sol. Cuando sale que esa es otra.

Hasta mañana

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