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Mirar a través de la espesura

Vistas de la plaza de Olavide desde uno de sus balcones | ÁNGEL ALDA

Ángel Alda

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Miércoles, 1 de abril. Entramos en abril lluvioso y la primavera llena la plaza de verde espesura. Los árboles crecen con esplendor y con ello dificultan nuestra mirada a un parque deshumanizado. Somos seres con nostalgia del futuro y el cierre del espacio vegetal, nos nubla el cocimiento. Los árboles no te dejan ver el bosque.

La imaginación y el sueño te ayudan a levantar el velo. He llenado los huecos físicos recordando a mis amigos, a mi familia, a mis vecinos. Y la plaza se ha llenado de presencias. He recuperado la estampa del mercado y con viejas fotografías añosas han venido a saludarme los carniceros, el pescadero del Cantábrico y los dependientes de La Esperanza. Las balanzas, la guillotina del bacalao y los tarros de caramelos. Los delantales listados de verde y negro. Los blusones de los mieleros y los capazos de fresas de Aranjuez. He visto a Fortunata y

Guillermina discutiendo en la esquina de Raimundo Lulio. Y a Miguel Hernández asomando su cabeza con mucho cuidado al salir de la imprenta de la calle Garcilaso donde ha vivido escondido sus últimos días en libertad.

Me he ido a tomar un café al Toma de Santa Feliciana. Allí Santiago me ha contagiado de la ilusión por su nueva tostadora. Vaya momento.

Y en el otro Santiago, el Mayor, el del Maracaná, he visto como Rafael Reig daba sus clases de literatura para caníbales ante un público que a gritos le reclamaba el tablero de ajedrez. No ha tenido más remedio que ceder el estrado al extremeño Landero que ha reconvertido el temario hacia otras gastronomías literarias. Luego me paso a escucharte pues están reclamando mi presencia un concejal y un diputado de Más Madrid. Jorge y Hugo quieren que les hable de certidumbres. Parece que un alto dirigente de la patronal ha exigido certidumbres. Hay que tener cojones.

No hay más certidumbre que el sueño. No hay seguridad sin olvido. Déjense llevar. Y dejen trabajar a los artistas.

Se habla mucho de economía. Buena señal. La esperanza de muchos son los nervios de unos pocos.

Ánimo que más sufrió Noé en el diluvio.

Saludos.

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