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Entre tanta polvareda perdimos a Don Froilán

Pancarta en Alburquerque durante el Covid-19 | ÁNGEL ALDA

Ángel Alda

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Miércoles, 22 de abril de 2020. ¿Quién nos iba a decir que en el tiempo que llevamos de cuarentena el gobierno de la nación se transformaría desde una escuchimizada coalición de circunstancias en una dictadura social-comunista anticonstitucional?

Según esa lectura alucinada de la realidad y aprovechando que los patriotas no pueden salir a manifestarse en Colón y que el Congreso está cerrado por el confinamiento, unos pocos políticos desaprensivos habrían ocupado el poder con el apoyo de la UME y de las fuerzas de seguridad del Estado.

Marlaska y Fernando Simón con sus caritas de buenos chicos son de hecho los nuevos tiranos del país. Y gracias a ello han convertido España en una morgue. Y al gobierno en un akelarre que hoy paga ayudas a los autónomos y que mañana pagará una renta mínima a los pobres desaprensivos que se niegan a esquilar ovejas en el Alto Aragón.

Incluso parece que el Partido Popular se va a sumar a esa orgía pactando con el régimen comunista. Y que el mismo rey Felipe despacha con los más conspicuos líderes de esa trama para legitimarla. Y hasta la Guardia Civil estaría persiguiendo a los miembros de la Resistencia Patriótica con la excusa de los bulos y las mentiras que estos estarían difundiendo cual Quinta Columna.

Vivimos en la irrealidad como suelo recordar en ocasiones. En un sueño loco en el que cualquier distopía puede tener asiento. A veces me pregunto si no será verdad. Luego se me quita la tontería. Es imposible reconocer a determinados líderes como apóstoles de la libertad y Mandelas. Miras a Abascal o a Aznar y te das cuenta de que no dan la talla.

España se ha convertido en un frenopático. No es de extrañar que el gobierno cometa errores como el de ayer mandando a los niños a hacer los recados al Mercadona. En este clima tan agobiante lo razonable es perder la chaveta. Menos mal que no hay mal que dure cien años. Esta fase del lío terminará más pronto que tarde. Es imposible mantener esta tensión mucho tiempo. Vendrán tiempos mejores. Los hospitales irán resolviendo el tapón asistencial. Nuestros médicos y científicos descubrirán terapias mejores y menos costosas. Las empresas podrán ir levantando la persiana. Y la tontería se nos pasará. Vendrán otras tonterías. Pero ya estará el fútbol para sofocar tensiones. Por cierto hablando de deportes. Para resiliencia la de los programas del género de radios y televisiones. No tienen nada que informar ni siquiera partidos que retransmitir o árbitros a quienes convertir en el pinpanpún de las chirigotas. Y ahí les tienen ¿crisis? Qué crisis?

¿Ya tienen mascarillas? ¿Ya han aprendido a manejar el Zoom? Eso es lo que importa.

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