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Redes ciudadanas para soportar la pandemia: así ayudan los voluntarios a sus vecinos vulnerables

Una voluntaria lleva la comida a una vecina de Chamberí | JUAN ZARZA / RED DE CUIDADOS CHAMBERÍ

Diego Casado

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Durante la primera semana de estado de alarma, un grupo de personas en Chamberí detectó que había vecinos del distrito que tenían dificultades para llevar a cabo tareas sencillas en medio del confinamiento. Gestos tan aparentemente sencillos como bajar la basura o hacer la compra se hacían durísimos en el nuevo escenario, por falta de asistencia o miedo al contagio. Estos vecinos no se lo pensaron dos veces: recopilaron números de teléfonos, se organizaron y a los pocos días de la alerta sanitaria empezaron a aparecer por las calles carteles de la Red de Cuidados de Chamberí (así la llamaron) con tres teléfonos y comenzaron a recibir llamadas de vecinos pidiéndoles ayuda.

Los voluntarios conforman un grupo de unas 120 personas, divididas en seis zonas, una por cada barrio de Chamberí (Gaztambide, Arapiles, Trafalgar, Almagro, Vallehermoso y Ríos Rosas). “Tres voluntarios recibimos las llamadas y, según el domicilio de la persona necesitada de ayuda, la pasamos al grupo de whatsapp del barrio correspondiente y allí el primer voluntario disponible se pone en contacto con ella para satisfacer la demanda en el menor tiempo posible”, explica Cristina, una de las personas que forma parte de la red.

¿Quiénes llaman a los teléfonos? “Personas mayores, más mujeres que hombres, que necesitan comida y medicamentos que ya se les han acabado por la prolongación del encierro y que no tienen otra manera de conseguirlos”, cuenta. “Muchas de ellas llaman tímidas, titubeantes, enumerando las diferentes dolencias que les impiden salir a la calle, y su edad, primero de todo su edad: tengo 85 años, tengo 90… no vayamos a pensar que están abusando. A veces también desconfían un poco: ¿esto es gratis? ¿son ustedes de la parroquia?”, les preguntan.  “Nosotros les aclaramos que no, que simplemente somos vecinos solidarios dispuestos a llegar a donde no llegan las instituciones”, relata. También les contactan hijas e hijos que viven fuera, incluso en el extranjero, que sufren por sus padres y madres y no quieren que salgan a la calle.

Las personas voluntarias cubren necesidades muy básicas: recogen los encargos por teléfono, van al súper, a la farmacia, incluso a los centros de salud a recoger recetas. Y después, con todas las precauciones que aconseja el protocolo que incluye guante y mascarillas, suben las compras a las casas: “Primero avisan del importe por el telefonillo para que dejen el dinero bajo el felpudo de la casa”, detalla Cristina. Luego se colocan sobre este felpudo las bolsas, ya que el no-contacto físico forma parte del protocolo. “Únicamente en caso de necesitar algo dentro del domicilio se salta este paso, redoblando las precauciones”, añade. A veces incluso dejan la compra en el ascensor y lo envían al piso correspondiente. El dinero baja poco después por el mismo transporte.

¿Y si la personas que recibe la ayuda no tiene dinero en efectivo? “Se soluciona de otra manera. Entre vecinas hay confianza”, aclara Cristina antes de añadir que la Red de Cuidados también se encarga de hacer compras solidarias para personas que se han quedado sin trabajo o sin ayudas: “En esos casos la red responde solidariamente con las propinas que algunas personas se empeñan en dejarnos bajo el felpudo y con otras aportaciones altruistas”, explican.

En las cuatro semanas de confinamiento haciendo recados para los vecinos, los miembros de esta red cuentan que han visto mucho miedo al contagio en algunas de las personas que piden ayuda, pero otras enseguida cogen confianza y charlan a distancia con los voluntarios: “Les gusta mucho hablar, explicar cual es su situación, porque en general se sienten solas. Muchas vuelven a llamar para dar las gracias después de la entrega, contentas, aliviadas. Algunas personas son más expansivas, insisten en dar propina o dar algo, una fruta por ejemplo. Un señor insistió en regalar a una voluntaria un libro que había escrito él”. También cuentan emocionados que en el complejo Galaxia, cerca de Moncloa, gritan vivas a su labor durante los aplausos de las 20.00. Un reconocimiento que impulsó una vecina a la que ayudan.

Entre los voluntarios y vecinos se están creando crean lazos que antes no existían, algunos les gusta llamar a la persona que les había atendido porque se ha generado una relación de confianza. E incluso les proponen que cuando acabe todo esto vayan algún día a su casa a merendar. Otras personas necesitan este contacto para sentir cercanía humana: “Hay algunas que llaman muy a menudo para pedir muy pocas cosas y hay que convencerlas de que junten más peticiones para no hacer tantos viajes. Quizás el motivo de tantas llamadas es ese, que se sienten solas y la llegada y la charla con la voluntaria rompe un poco su rutina”, aventura Cristina.

“Esperamos que el Ayuntamiento se ponga de nuestra parte”

La Red de Cuidados de Chamberí empezó a funcionar mucho antes que cualquier otro servicio de asistencia. Los ciudadanos fueron más rápidos que las instituciones o que ONG con más peso a la hora de articular la ayuda. Muchos ya formaban parte de redes ciudadanas que existían en los barrios, y sabían cómo actuar: “Es muy importante resaltar que muchas de estas redes de solidaridad, la mayoría de hecho, están organizadas desde los Centros Sociales de nuestra ciudad.. unos legales, otros alegales y otros ilegales. La mayoría de ellos con amenaza de desalojo por parte del Ayuntamiento y de otras instancias”, puntualizan los voluntarios.

Ellos explican que desde los Servicios Sociales municipales o desde la policía han facilitado los teléfonos de la red ciudadana a algunas personas que pedían ayuda: “Los Servicios Sociales han sufrido unos recortes tremendos en personal y recursos lo que les impide cumplir adecuadamente su trabajo. Ellos son los que deberían ocuparse de que ninguna persona vulnerable se quedase sin comida, sin medicamentos o sin otras necesidades básicas cubiertas”, lamenta Cristina. La semana pasada, 25 organizaciones sociales firmaban un comunicado titulado Solo el pueblo salva al pueblo en el que acusaba a los políticos municipales de “intenta sacar rédito político de la labor social que estamos llevando a cabo los barrios”, además de echar en cara a los partidos gobernantes en Madrid de haber “recortado en sanidad y en educación pública, dependencia, servicios sociales”, además de oponerse a la “participación ciudadana, desalojando espacios sociales y vecinales”.

Desde la Junta de Chamberí, que puso en marcha una campaña de ayuda a los vecinos en la tercera semana de confinamiento, niegan a Somos Chamberí estos recortes y saturación de los servicios sociales y afirman que no tienen constancia de que se haya derivado ningún caso a esta red ciudadana de cuidados.

Los voluntarios consideran que la campaña municipal Cuida a tu vecino llega tarde, porque ellos llevaban tres semanas en esa labor.  “Hace tiempo que venimos haciéndolo y pensamos seguir haciéndolo porque esto no se acaba aquí. El post-coronavirus se presenta duro y esperamos que el Ayuntamiento se ponga de nuestra parte o por lo menos que no obstaculice nuestro trabajo. Y por su supuesto que dote a los Servicios Sociales de los recursos necesarios para que puedan cumplir su trabajo. Esa debería ser su prioridad más que animar a la solidaridad”, concluyen.

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