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Tristeza, resignación y esperanza

Captura del estudio emocional de los españoles durante la pandemia

Ángel Alda

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Viernes, 3 de abril de 2020. Recién salida del horno la última encuesta de The Cocktail Analisys sobre estado de ánimo de la población española, esas son las emociones de nosotros los confinados. Y por ese orden: tristeza, resignación y esperanza. Más lejos aparecen el desconcierto, la frustración, la calma y el enfado. Hay diferencias hombre-mujer. Las mujeres expresan mejor sus emociones, de una forma más completa. Y de clases. La población más acomodada se manifiesta de forma más resignada y pasiva, se pronuncia menos en clave de emociones agitadas.

Es lo que hay. Hagan ustedes la encuesta en su entorno y comuniquen sus hallazgos a este diarista. A lo mejor es una alternativa de entretenimiento superior a los memes de señores gordos y humoristas populares que frecuentan.

Hablando de entretenimientos y tareas que estimulen nuestra imaginación y bienestar; en esta casa nos propusimos adelgazar a base de bien para que cuando nos toque, puede que sea por sorteo, ir de vacaciones al pueblo luzcamos un tipo torero de primera. Vamos por el buen camino. Me falta un periodo de encierro de otros tres meses para llegar al peso que tuve en la mili cumplida en el desierto del Sáhara. Allí, entre la mala comida y la tortura de la instrucción policial que recibí, carreras por la saguia y desfiles por los pedregales de Hatarrambla, estaba hecho un pincel. Hablando del Sáhara no sabéis la ilusión que me ha hecho ver el vídeo que los niños saharauis han mandado a los españoles para darnos ánimo y fortaleza. Ellos si que saben de encierros. Desde 1976 llevan refugiados en un triste territorio argelino. Más que una verdadera cuarentena. Hagan lo posible por verlo.

Les hablaba de mi pueblo de veraneo y de la ilusión que tenemos por volver este verano. Con los resultados de la dieta que llevamos puede que en Ribadeo no nos conozca ni Fernando, el alcalde y eso ocasione que nos traten como refugiados huidos de la peste. Después de más de treinta años y de tener nuestra propia casa sería eso él más desagradable resultado final del encierro. Volver a Ribadeo es una de esas pocas ilusiones que a uno le quedan. Por cierto, saludos a los nuevos lectores del diario de la Marina lucense que tienen acceso a estas notas gracias a mi amigo Antonio Gregorio y su red de blogs Ribadeando.

Mañana más. Algo tendré que contar.

Besos

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