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“En Chamberí se producen dos desahucios cada semana”

Piso en alquiler en la plaza Conde Valle de Suchil | SOMOS CHAMBERÍ

Diego Casado

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Esta historia inmobiliaria que afecta a muchas familias y jóvenes de Chamberí les sonará a muchos lectores: “Recibimos casos de vecinos y vecinas que se tienen que marchar después de haber vivido aquí 25 años, porque les vencen los contratos por los que pagaban unos 950 euros al mes, les quieren subir a 1.400€, no les renuevan y les ha sido imposible encontrar vivienda en el distrito a precios asequibles”. Los que hablan son los activistas que acaban de poner en marcha Vivienda Chamberí, un grupo de asesoramiento, ayuda y denuncia de las dificultades que viven muchos vecinos del distrito.

La situación inmobiliaria descrita está afectando sobre todo a familias y jóvenes que hasta ahora han vivido de alquiler: “Niños que se criaron en Chamberí, que tienen aquí a sus amigos y sus familias, no pueden quedarse a vivir en su barrio porque los precios son inasumibles y acaban marchándose a Usera o a Vallecas”, detallan desde este colectivo durante una entrevista con Somos Chamberí. “Cuando los barrios pierden a su gente, también pierden el sentido y aparecen los problemas”, añaden.

Vivienda Chamberí se presentó el pasado 19 de enero con una charla sobre el mercado inmobiliario desde el punto de vista de los inquilinos, a la que acudieron numerosos vecinos. Pero sus miembros empezaron a trabajar en este proyecto el pasado verano, al constatar una situación en el distrito que cada vez iba a peor. El suicidio de Alicia, la vecina de 65 años que se lanzó por la ventana de su casa en Bravo Murillo cuando iba a ser desahuciada, hizo acelerar los plazos al constatar la urgencia de algunas situaciones.

“En Chamberí se producen dos desahucios cada semana, es una burrada”, indican los miembros de este grupo, que prefieren permanecer en el anonimato y que el protagonismo se centre en las víctimas de esta situación inmobiliaria. El dato incluye, además de lanzamientos de pisos, desahucios de locales comerciales. “Cada uno de ellos es un drama familiar, el de Alicia fue el caso más extremo”, denuncian a la vez que califican de “desahucios invisibles” las subidas de 300 o 400 euros mensuales de golpe a los inquilinos.

Apoyo legal y acompañamiento

El grupo de Vivienda Chamberí está formado por varias personas que echan horas de forma desinteresada para intentar mejorar la situación: activistas jóvenes y también por mayores con amplia experiencia en la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH). Además, cuentan con un abogado y con vecinos afectados por la situación inmobiliaria adversa que vive el distrito. Está abierto a cualquier ciudadano que se quiera unir a sus reuniones y charlas, que de momento tienen su sede en la Casa de la Cultura de Chamberí (C/ Bravo Murillo 39), donde se reúnen cada dos viernes y celebrarán una próxima charla el 23 de febrero, sobre hipotecas y okupación.

Chamberí Vivienda denuncian también la abundancia de infravivienda en el mercado de alquiler del distrito: “Se están alquilando a precios de entre 750 y 950 euros al mes pisos bajos o interiores de 35 metros cuadrados bajos, interiores, con problemas de humedades...”. Además, se quejan de en el distrito “se especula mucho con la vivienda, no puede ser que se califique de precios normales alquileres inasumibles para la mayoría de habitantes de Chamberí”, dicen en referencia a una entrevista publicada por este mismo periódico la semana pasada.

Su trabajo retoma un vacío que se creó con el desmantelamiento de la Oficina de Vivienda de Chamberí hace tres años. “Queremos decir a los vecinos afectados que no están solos en el barrio, que les prestamos nuestra ayuda, que pueden llegar a salvar su vivienda”, explican sus miembros. Y, a la vez, quieren visibilizar la situación de precariedad en la que se vive en el distrito, que ven sumido “en una burbuja inmobiliaria, la misma que había en 2008”, cuando a la crisis de vivienda se le unió la laboral, con cientos de miles de despidos y muchas personas que perdieron sus casas.

“Entonces cometimos un error: se negoció la dación en pago a cambio de un alquiler social”, recuerdan ahora los activistas más experimentados, revisando sus errores. “Pero esos alquileres ahora están venciendo y los dueños ya no son los bancos, sino fondos de inversión que elevan las rentas y no renuevan a los damnificados por la anterior burbuja. Eso hay que cambiarlo”, añaden.

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