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Mazzantini, el torero que ganó unas elecciones a Pablo Iglesias en Chamberí

José Luis Mazzantini y Eguía | http://dbe.rah.es/biografias

Luis de la Cruz

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El año 1905 se considera –con razón– el que el PSOE consiguió dar el salto a las instituciones, y Chamberí el distrito elegido por el partido para poner toda la carne en el asador para llevar a buen término la empresa. Aquellas elecciones municipales había en este lugar 24 candidatos para cinco concejalías, tres de las cuales recayeron en los socialistas Pablo Iglesias, Francisco Largo Caballero y Rafael García Ormaechea. Todo un éxito, sobre todo teniendo en cuenta que su partido no tenía acceso a los resortes del poder que convertían las elecciones en un auténtico fraude en la España de la Restauración.

En esa ocasión hubiera tocado que se llevara el gato al agua en las elecciones, por turno, el Partido Liberal, al que tocaba organizarlas, pero el PSOE llevó a cabo un despliegue gigantesco en Chamberí, el que se presentaba con numerosos observadores y consiguió mandar a la prensa las actas antes de que pudieran ser manipuladas. Pese a todo, el político más votado no fue Pablo Iglesias sino el liberal Luis Mazzantini, un célebre torero que acababa de cortarse la coleta.

¿Quién era Luis Mazzantini? Nacido en Elgóibar (Guipúzcoa) en 1856, era hijo de Giuseppe Mazzantini Vangucci, un trabajador italiano de la empresa que construyó el ferrocarril que unía Bilbao y San Sebastián, y una bilbaina. Vivió hasta 1867 en la capital vizcaína, año que marchó primero a Marsella y luego a distintas ciudades de Italia. La subida al trono de Amadeo de Saboya en 1871 dio a su familia la oportunidad de volver a España. Aquel niño de 11 años, que había recibido una buena educación y al que la ajetreada vida familiar había convertido en políglota, pudo emplearse cuidando los caballos del rey.

Pero los usos sociales de Mazzantini y sus posibilidades económicas no estaban equilibradas, y siendo jefe de estación de Santa Olalla se dedicaba a imaginar una carrera de éxito, daba igual en qué campo: “En este país de los prosaicos garbanzos no se puede ser más que dos cosas: o tenor del Teatro Real o matador de toros”, se le atribuye. El caso es que trabajó fugazmente como actor y lo intentó como cantante de ópera –el apellido debía acompañar más que la voz– pero, finalmente, marchó a Madrid y encontró en el arte de Cúchares el billete de ida hacia el añorado éxito social.

Mazzantini fue uno de los mejores toreros de su época, aunque no llegó a la categoría de los Guerrita, Frascuelo o Largartijo, con los que coincidió. Se dice de él que, ayudado por su corpulencia, destacó con la espada, y pudo disfrutar de casi dos décadas de gloria en los ruedos de España o América, donde cosechó grandes éxitos y presencia en los ecos de sociedad (de una visita a La Habana se le atribuye un romance con la conocida actriz francesa Sarah Bernhardt).

Sin embargo, donde no tuvo rival el singular diestro fue en cultivar lo que hoy algunos llaman la marca personal. Gustaba de vestir bien, acudir a la ópera, a las tertulias literarias y alternar con la alta sociedad. Su figura debía ser muy atractiva a algunos de sus coetáneos, como prueba que en 1894 se estrenara la obra Mazzantini. Bosquejo cómico-lírico en un acto y cuatro cuadros. No cabe duda que el triunfo electoral de Luis Mazzantini en las elecciones de 1905 tuvo más que ver con la dimensión de su figura pública que con el partido por el que se presentaba, que por otro lado sufrió un buen revolcón en dichos comicios.

En 1904 toreó su última corrida en España en el mismo lugar donde, en una estación de tren, todo había empezado: en Santa Olalla. Aún tendría ocasión de hacer una vez más las Américas, para cortarse la coleta tras una corrida en Guatemala en marzo de 1905, después de que muriera su mujer.

No pasó mucho tiempo, como vimos más arriba, antes de que Mazzantini encontrara una nueva ocupación, pues en noviembre del mismo año fue elegido concejal del Ayuntamiento de Madrid por el distrito de Chamberí. Su carrera política a partir de ese momento contaría con distintas paradas: teniente de alcalde del distrito de Chamberí, diputado provincial por Navalcarnero o gobernador civil de Guadalajara y Ávila. Como empresario, cabe señalar que administró la plaza de Madrid y el Teatro Real. En sus labores como Teniente de Alcalde, Mazzantini no fue muy querido por los sectores más progresistas, que lo acusaban de perseguir a pequeños comerciantes, vendedores callejeros y, en general, a “los pobres”. El diario republicano El País publicaba al respecto una noticia en 1907 titulado La tiranía de Mazzantini.

En 1923, con la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera, Mazzantini fue comisario general de vigilancia de policía en Barcelona durante un breve periodo de tiempo. Murió de una dolencia cardíaca el 23 de abril de 1926 a las cinco de la tarde, una hora muy torera.

Antonio Arbeig

El despliegue electoral socialista fue trucar las papeletas (para eso eran tipógrafos) para que pareciesen del Partido Liberal aunque en realidad eran del PSOE y metiéndolas a capón en las urnas con la ingenua complicidad de los presidentes de las mesas electorales. Lo cuenta con pelos y señales un historiador tan poco sospechoso como Juan José Morato, que para entonces ya estaba en el partido obrero.

Luis de la Cruz

Hola, me temo que no es así Antonio Arbeig, en la España de la Restauración las votaciones eran un cachondeo, sí, pero no eran los socialistas precisamente quienes estaban en disposición de trampearlas por una obvia cuestión de correlación de fuerzas. Las papeletas no eran oficiales, cada elector podía llevar la suya, anotar a los elegibles, etc. y era práctica habitual que los presidentes de mesa perdieran las papeletas de los obreros que sospechaban votaban republicanos o socialistas (como que desaparecieran las urnas en los recuentos, etc). De esta forma, lo que hicieron aquellos tipógrafos fue crear unas papeletas que eran en apariencia iguales que las de los pero con los nombres de los socialistas para que los jefes de mesa, al verlas al trasluz, las aceptaran. Aquí las palabras de Morato a las que te refieres en las que explica el truco:

Luis de la Cruz

Perdón di un enter de más, aquí lo de Morato:



-Sí, señor. En total éramos unos doscientos afiliados para hacer todos los trabajos de intervención, apoderamiento, reparto de candidaturas, vigilancia de los compradores de votos, etc. A los obreros que infundían sospecha de que no votaban la candidatura monárquica, les ponían toda clase de impedimentos. Y nosotros, aleccionados ya, empleamos la astucia. Vea estas candidaturas. Son iguales que las monárquicas. Pero los nombres de los candidatos no se leen. Son ilegibles... Los que se pueden leer son esos tres nombres en letra más chiquitita que hay encima. Los presidentes de mesa de entonces, verdaderos electoreros, veían el trasluz de la papeleta— dobladas son iguales—. "Son nuestros", pensaban, y dejaban votar, aunque fuera por un muerto... La sorpresa fue luego... Aquel año de 1901 resultaron elegidos concejales socialistas por el distrito de Chamberí, Iglesias y Largo Caballero distrito que tuvo siempre representación socialista en el Ayuntamiento de Madrid.

Luis de la Cruz

Con el enter del primer comentario me quedó poco claro. Lo que trataba de explicar es que los partidos hacían sus propias papeletas y las repartían a sus electores, lo que hicieron fue copiar las papeletas monárquicas para que los jefes de mesa no las "distrajeran".

Luis de la Cruz

Por último, Juan José Morato se refería a las elecciones de 1901 y no a las de 1905, en estas elecciones el PSOE presentó a cuatro candidatos en tres distritos (entre ellos Iglesias y Morato). Precisamente se llegó a anunciar en prensa que Iglesias sacaría concejalía y la cosa cambió en el recuento final en el Ayuntamiento...a puerta cerrada. Siempre planeó la sombra del pucherazo (habitual, de hecho parte del sistema) y de ahí argucias como la relatada por Morato para 1905 (en todo caso el PSOE ya sacaría en Chamberí siempre buenos resultados).
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